Logotipo de Digami

Side projects: lo que no se ve detrás de las ideas

Casi todo el mundo en tecnología ha tenido —o tiene— algún side project. Una idea que empieza pequeña, normalmente de noche, los fines de semana o en esos ratos “libres” que en realidad no lo son tanto.

Desde fuera, los side projects suelen verse como algo ligero: una idea interesante, algo que se prueba “por diversión”, sin demasiada presión. La realidad, casi siempre, es bastante distinta.

El reto no es la idea, es todo lo demás

Las ideas son baratas. Lo complicado empieza cuando decides dar el siguiente paso: convertir esa idea en algo que funcione, que sea usable y que aporte valor real a alguien que no eres tú.

Un side project implica tomar decisiones constantemente:

  • ¿Hasta dónde llego sin quemarme?
  • ¿Qué hago bien y qué dejo “suficientemente bien”?
  • ¿Tiene sentido seguir invirtiendo tiempo en esto?
  • ¿Estoy resolviendo un problema real o solo uno que me parece interesante?

A esto se le suma el factor más escaso de todos: el tiempo. Porque los side projects no viven en el vacío. Conviven con trabajo, familia, obligaciones y cansancio.

Cuando el proyecto empieza a pedir más

Hay un punto curioso en muchos side projects: cuando dejan de ser solo experimentos técnicos y empiezan a exigir estructura.

De repente necesitas pensar en:

  • Experiencia de usuario, no solo en “que funcione”.
  • Escalabilidad, aunque aún no tengas usuarios.
  • Soporte, incluso si eres tú mismo quien responde.
  • Procesos, porque improvisar todo el tiempo no escala.

Es en ese punto donde muchos proyectos se abandonan. No por falta de capacidad técnica, sino por falta de energía o de foco.

De side project a algo más serio

Digami nace exactamente en ese contexto.

No como una gran startup planificada desde el minuto uno, sino como una respuesta a un problema muy concreto: las llamadas que se pierden cuando no puedes coger el teléfono, y las oportunidades que se van con ellas.

A partir de ahí, el proyecto fue creciendo de forma natural, pero también exigente. Pasó de ser una prueba técnica a convertirse en un producto que tenía que ser:

  • Fiable
  • Sencillo de configurar
  • Útil desde el primer día
  • Comprensible para personas no técnicas

La tecnología como medio, no como fin

En Digami hay mucha tecnología detrás, pero nunca ha sido el objetivo presumir de ella. Se utilizan modelos de inteligencia artificial para reconocimiento y síntesis de voz, flujos de procesamiento bien definidos y automatizaciones que conectan distintas herramientas entre sí.

Todo eso existe para cumplir un propósito muy simple: que alguien no pierda una llamada importante porque estaba ocupado, fuera de horario o simplemente no podía atender.

El mayor esfuerzo no está solo en elegir tecnologías, sino en hacer que todo eso funcione de forma coherente, estable y sin fricción para quien lo usa.

Lo que no se ve desde fuera

Como en cualquier side project que evoluciona, hay muchas horas que no se traducen directamente en “features” visibles:

  • Pruebas que no funcionan
  • Decisiones que se deshacen semanas después
  • Ideas que se descartan
  • Procesos que se simplifican una y otra vez

Es un trabajo silencioso, poco vistoso, pero absolutamente necesario.

Seguir, ajustar, aprender

Digami sigue siendo, en esencia, un proyecto que se construye paso a paso. Con ambición, sí, pero también con cuidado.

Como cualquier side project serio, no va solo de código o de negocio, sino de aprender a equilibrar esfuerzo, expectativas y realidad.

Y seguramente, como ocurre con muchos de ellos, lo más valioso no sea solo el resultado final, sino todo lo aprendido durante el camino.